Las12, DEBATES

Entrevista a Mayra Lucio: cómo problematizar el debate sobre el trabajo sexual

La autora de Desobedientes, aportes al debate feminista sobre prostitución / trabajo sexual  explora el impacto en las vidas y cuerpos de quienes ejercieron este oficio durante años desde sus propias voces, sin evadir la rispidez que implica para los feminismos este debate.

Por Laura Rosso 15 de abril de 2022 - 00:05

Mayra Lucio (Fuente: Jose Nicolini)

Mayra Lucio. Imagen: Jose Nicolini

En 2021, Mayra Lucio publicó el libro Desobedientes, aportes al debate feminista sobre prostitución / trabajo sexual, (Editorial Marat), una amplia investigación que se encarga de poner sobre la mesa el tema de la prostitución en tanto “encarna un debate difícil entre los feminismos, porque aún hay mucho por decirse y sobre todo por ser escuchado”, dice la autora. A lo largo de las páginas y situándose desde el abolicionismo, pone el acento en los orígenes de “esta institución patriarcal” para recorrer su historia y reflexionar también sobre lo que sucede en la actualidad en el ámbito académico.

Con prólogo de Florencia Guimaraes García, que escribe como “travesti sobreviviente y combatiente del sistema prostituyente”, posicionándose ante los discursos que hablan de autonomía en la prostitución, interpela: “¿Cuáles son los parámetros que se toman para hablar de elección? ¿Partimos todas de una misma línea de igualdad para elegir entre ser putas o científicas?” Luego plantea: “Cuándo el regulacionismo habla de esos supuestos derechos laborales, ¿por qué omite todas las violencias que encierra la prostitución?”.

Mayra es antropóloga y se dedica a la investigación como becaria de posgrado del CONICET. Desde 2010 integra el Equipo de Antropología del Cuerpo y la Performance de la Universidad de Buenos Aires. Dice que quienes pasaron por el ámbito académico saben que se trata de un “lugar sensible de producción de conocimiento que posibilita la elaboración de saberes capaces de visibilizar aspectos de la realidad.” Su activismo en el grupo autónomo Maleza le permitió tejer un entramado junto a mujeres y travestis en prostitución y sobrevivientes. En diálogo con Las12, cuenta que el interés por este tema lo trae desde hace años, desde que se involucró en el movimiento feminista, allá por el 2008. Luego conoció a las sobrevivientes abolicionistas y al tiempo encontró que había un debate injusto. Por eso, fue encarando junto a otras la necesidad “de visibilizar las voces de quienes están o estuvieron en prostitución y no son suficientemente escuchadas en el debate a causa de las representaciones hegemónicas dentro del feminismo”. Habla de discursos, prejuicios y estereotipos ampliamente difundidos.

Por Claudia Lorenzón
19-02-2022

El "pole dance" o "baile del caño", que trascendió como una disciplina ligada a la exhibición de mujeres en ámbitos prostibularios, cobró en los últimos tiempos una nueva dimensión como experiencia reparadora y de empoderamiento, en espacios donde las mujeres trabajan la reconexión corporal unida a la sensualidad, especialmente, quienes han sufrido situaciones de abuso o prostitución, como revelan la antropóloga Mayra Lucio, en su libro "Desobedientes" donde aborda la experiencia del tuerc, y Mariana Haedo, fundadora de un centro de pole dance, en Belgrano.

A la luz de los feminismos y de los activismos que reclaman el derecho a la autonomía de los cuerpos, hay prácticas que habilitan nuevas lecturas de representación. Esto ocurre con el pole dance, porque si en primera instancia aparecía como una danza que mercantilizaba los cuerpos en espacios que promueven la cosificación como prostíbulos o la televisión, en el último tiempo emergieron otras experiencias que releen este baile en términos de liberación y superación y se reapropian de la idea del sometimiento o exhibicionismo para convertirlo en herramienta de autoconocimiento, deseo y acción colectiva.

Así lo identifica en diálogo con Télam la antropóloga feminista Mayra Lucio, que investiga específicamente la danza del tuerc o perreo en mujeres y personas LGBTIQ+: "En el pole dance, que suele ser una danza hipersexualizada por entornos masculinos patriarcales y que expresamente se baila en los circuitos prostibularios, tiene mucho peso la generación de otros contextos posibles enmarcados desde el feminismo y ya no desde la lógica de consumo-descarte".

Un movimiento de manifestaciones performáticas cobra cada vez más impulso en el accionar del espacio público, desde una concepción estética que impacta y visibiliza temas tan dolorosos como la violencia de género y los femicidios.

Télam, 8 de marzo de 2021

Mientras crecen los femicidios: acciones compartidas, reapropiaciones y feminismo en la vía pública

Por Marina Sepúlveda

Cuerpos desnudos embalados con plástico transparente en la última marcha por el asesinato de Ursula Bahilo.

Una procesión en verde o violeta, zapatos rojos en escalinatas de Tribunales o cuerpos desnudos embalados con plástico transparente como los de la última marcha por el asesinato de Ursula Bahilo, son parte de un movimiento de manifestaciones performáticas que cobran cada vez más impulso en el accionar del espacio público, desde una concepción estética que impacta y visibiliza temas tan dolorosos como la violencia de género y los femicidios, incrementados en estos tiempos de pandemia.

En paralelo a las distintas performances que dan visibilidad a las desigualdades y violencias hacia las mujeres y disidencias, como evidenció la "marea verde" para reclamar la legalización del aborto, también se dan apropiaciones desde la política para manifestar algo diametralmente disonante al uso planteado desde los feminismos o los colectivos trans, pero utilizando los mismos recursos.

Una de estas reapropiaciones de sentido inverso al original tuvo lugar el pasado 27 de febrero, cuando desde la oposición política enrolada en Juntos por el Cambio se convocó a realizar una protesta pública "en rechazo a las vacunaciones contra el coronavirus fuera de protocolo". Así, en la emblemática plaza donde está ubicada la Casa Rosada, se instalaron bolsas negras colgadas de las rejas que rodean la Pirámide de Mayo.

En la entrevista realizada a Silvia Citro en noviembre de 2019, por la Universidad de Antioquia de Medellín (Colombia), se indaga sobre la enseñanza de la Antropología en la universidad.

"Identidad, cuerpo y arte

Territorio libre para el tatuaje

Originado en las culturas maoríes del Pacífico, el rito de grabarse dibujos en la piel atraviesa la historia y se convierte en expresión en el código urbano actual. Entre los jóvenes, indica una declaración de libertad.

Por Florencia Borrilli,

disponible y publicado el 14/02/2020 en la Revista Ñ, Clarín (seguir este enlace).

Hasta hace poco tiempo se creía que el hallazgo de 5.300 años, correspondiente a un cazador del neolítico conocido como Oetzi en Los Alpes de Ötztal –entre Austria e Italia–, era uno de los cuerpos modificados naturalmente y con tatuajes en la espalda y las rodillas más antiguos que se habían descubierto. Sin embargo, en 2018, al estudiar las momias de Egipto, se encontró una con tatuajes más elaborados y figurativos e, incluso, de mayor antigüedad. “Ahora las momias se estudian con sistemas de infrarrojo y lo que antes se creían manchas en la piel, se sabe que son tatuajes y que se pueden reconstruir”, explica Silvia Citro, doctora en Antropología, investigadora del Conicet, profesora de la UBA y coordinadora del Equipo de Antropología del Cuerpo y la Performance.

Los tatuajes aparecieron en casi todas partes del mundo y son tan antiguos como la propia humanidad: Europa, Egipto, Siberia, Polinesia, Oceanía, Perú y Argentina son solo algunos ejemplos. “En mi caso trabajé con pueblos indígenas chaqueños, abipones y mocovíes, quienes se tatuaban sus rostros”, cuenta. Sin embargo, el origen de los tatuajes se ubica en la Polinesia. El navegante británico James Cook y quienes lo acompañaban en su primer viaje de circunvalación, en 1769, descubrieron esta práctica ancestral en Tahití. El sociólogo y antropólogo francés David Le Breton toma este viaje como el redescubrimiento del tatuaje en Europa. Inclusive la etimología de la palabra inglesa tattoo deriva del polinesio tatau o ta-atuas, donde “ta” significa “dibujo” y “atuá”, espíritu. También plantea que son los mismos marineros quienes, a partir de observar los tatuajes de la Polinesia, toman esta práctica y en el Occidente más moderno la introducen con tatuajes ya más elaborados. Otras comunidades del Pacífico llevarán más lejos la intervención de la piel humana mediante escarificaciones, que reproducen el pellejo del cocodrilo como rito de iniciación.